El empanado consiste en cubrir un alimento —generalmente carne, pollo, pescado o vegetales— con pan rallado o harina, a veces pasando antes por huevo batido, para luego freírlo o, en versiones más recientes, cocinarlo al horno. Este recubrimiento no solo aporta una textura crujiente y dorada, sino que también ayuda a preservar la jugosidad interna del producto. En Argentina, el rebozado se asocia inmediatamente con la milanesa, un plato que llegó junto con los inmigrantes italianos y que rápidamente se convirtió en una de las comidas favoritas de las familias.
La técnica del empanado tiene raíces antiguas en la cocina europea. En España, por ejemplo, era común utilizar pan rallado para recubrir carnes y pescados, una tradición que llegó a América con la colonización. Sin embargo, fue con la gran ola inmigratoria del siglo XIX, en particular con los italianos, que la milanesa se instaló como plato popular en la Argentina. Inspirada en la cotoletta alla milanese, pronto adoptó características propias: cortes más finos, mayor variedad de carnes y el acompañamiento infaltable de papas fritas o puré.
Lo interesante del empanado en la cocina argentina es cómo se expandió más allá de la milanesa. En la actualidad, se preparan versiones de pollo, pescado, soja, berenjenas y hasta zapallitos rellenos rebozados. También es protagonista en platos de picada o entradas, como las croquetas y bocaditos empanados. En todos los casos, el rebozado cumple el mismo rol: aportar una capa crocante y sabrosa que transforma la experiencia de cada bocado.
El pan rallado, insumo clave para el empanado, también tiene su propia historia en Argentina. Durante mucho tiempo se elaboraba en casa, utilizando restos de pan duro molido. Con el tiempo, comenzaron a aparecer panaderías y fábricas que ofrecían pan rallado industrial, lo que facilitó su disponibilidad. En la actualidad, existen mezclas más sofisticadas, con condimentos, hierbas o panko al estilo japonés, que diversifican las posibilidades de la técnica sin perder la esencia.
El rebozado no solo conquistó la mesa cotidiana, sino también el mundo gastronómico profesional. En bares, bodegones y restaurantes, la milanesa rebozada sigue siendo un plato estrella, con versiones gigantes, rellenas o gratinadas con queso y salsa. Incluso se creó un día especial para homenajearla: el "Día de la Milanesa", celebrado cada 3 de mayo en Argentina, evidencia el lugar central que ocupa este plato dentro del repertorio nacional.
La vigencia del empanado en la gastronomía argentina demuestra su versatilidad y su capacidad de adaptación a los tiempos modernos. Hoy, con un creciente interés en la alimentación saludable, también se preparan milanesas y vegetales rebozados al horno o en freidoras de aire, lo que permite conservar la textura crocante reduciendo el consumo de aceite.
En definitiva, el empanado en la Argentina es mucho más que una técnica de cocina: es un puente cultural entre las tradiciones europeas y el sabor criollo, una práctica que se transmitió de generación en generación y que sigue reinventándose sin perder su esencia. Cada rebozado, desde el más simple hasta el más elaborado, cuenta una historia de familia, de inmigración y de pasión por la comida compartida.